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GRABIEL-LAMPERTI TOMAN LA CATEDRAL DEL PÁDEL
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GRABIEL-LAMPERTI TOMAN LA CATEDRAL DEL PÁDEL
12-11-2012 Cuando no puede ser. Pues no puede ser y además, en el caso que 12-nos concierne, es imposible. Cuando dos tipos como Maxi Grabiel y Miguel Lamperti empiezan a jugar, no hay Dios que los pare. Empiezan a repartir y se quedan solos. Por arriba, por abajo, a la derecha, a la izquierda. Que si por aquí, que si por allá, que ahora tú, que ahora yo. Bailaron a sus rivales, y no hay mucho más que decir (6-2 y 6-0).
Adrián Allemandi y Paquito Navarro contaban con el favor del público. Sobre todo el de la chiquillería. El gladiador Allemandi y el salao Paquito se había ganado por derecho y por revés estar en la final. Durante todo el torneo habían desarrollado un pádel festivo. Con mucha chispa. Y con esa manera de entender el juego habían dado buena cuenta de varios pesos pesados del circuito. Memorable, el partido que se marcaron ante los campeones del mundo. Poniendo a toda el Ágora a bailar y cantar el Paquito el chocolatero.
Pero en la final del Ágora se juntaron el hambre y las ganas de comer de Gabriel-Lamperti o Lamperti-Grabiel. Antes de continuar con el análisis más o menos concienzudo del partido, con muy poca historia ciertamente, habría que hacer un comentario aparte sobre la figura de Maxi Gabriel, porque de su compañero Miguel Lamperti se ha dicho ya tanto y tan bueno.
Maxi es un jugador increíble. Quizá ese automatismo que le imprime a sus golpes juega en su contra. Pero Maxi hace de la simpleza categoría. Es de esos jugadores que no destaca por un golpe en concreto, porque es de esos jugadores que los domina todos con una solvencia que quita el hipo. Si a eso le sumamos, el día de autos, un Miguel Lamperti en plan estelar, pegándole a todo lo que se meneaba por la pista, la cosa pintaba muy bien para sus interese y francamente bastos para sus rivales.
Y eso ocurrió. Sin más. Llegaron, vieron y vencieron. Y Paquito y Adrián pues se quedaron sin disfrutar de su juego. Porque realmente esta vez fueron unos convidados de piedra, viendo como sus rivales hacían casi lo que querían. Devolviendo lo imposible. Rematando lo impensable hasta que tomaron por asalto la Catedral del Pádel en poco más de una hora de partido.
CAROLINA NAVARRO-CECILIA REITER SE IMPONEN A MONTES-TENORIO
Los antecedentes no eran muy halagüeños en cuanto a la igualdad que mostrarían las parejas en ciernes. Los cuatro torneos anteriores, las número 1, Navarro-Reiter, se habían mostrado inconmensurables, inaccesibles. Sus rivales no habían pasado de los dos juegos por parcial en todas y cada una de las cuatro últimas finales disputadas. De ahí la sonrisa de oreja a oreja, cuando en el primer set de la final, Montes-Tenorio superaron ese listón. No en vano, la Tenorio marcó un tres con los dedos de su mano izquierda. Una indicación que dirigida a su entrenadora, la inolvidable Necki Berwing.
Estaban ahí. Y eso ya era una gran noticia. Es cierto que les rompieron el servicio a las primeras de cambio, pero se recompusieron y les devolvieron la moneda en el siguiente. Las fuerzas estaban más equilibradas. Porque la actitud de las número 2 era distinta. La estrategia era otra. <Navarro-Reiter. Robarles el protagonismo en la red y estar de diez en el fondo>>.
Pero a las número 1 no se la dan con queso tan fácilmente. Si sus adversarias habían decidido ponerle chispa a su juego, ellas iban avivar el suyo hasta convertirlo en una hoguera. Ciertamente, Navarro-Reiter están en un estado de forma difícil de contestar. Carolina está pletórica de fuerza y rapidez; y Cecilia, pues más de lo mismo. Es una pareja que lleva tres años en la cúspide del pádel femenino como pareja y se nota que los papeles están perfectamente imbricados. Cecilia es un frontón, barre la pista como la que más, y le deja en puntito de caramelo los puntos a su compañera, para que los remate con una derecha incontestable. Como de incontestable fue el resultado (6-4 y 6-3) de la final femenina de los VII Internacionales TUTEMPO Valencia.
Y eso fue todo amigos. La Catedral del Pádel se rindió a dos parejas que les corre el pádel por las venas. Sus nombres y apellidos: Maximiliano Grabiel y Miguel Lamperti, y Cecilia Reiter y Carolina Navarro. A ellos pertenece la gloria. Y así lo entendió el público asistente que cayó rendido a sus pies.
Texto: Rubén López Fotografía: Fernando Murad
GRABIEL-LAMPERTI TOMAN LA CATEDRAL DEL PÁDEL
12-11-2012 Cuando no puede ser. Pues no puede ser y además, en el caso que 12-nos concierne, es imposible. Cuando dos tipos como Maxi Grabiel y Miguel Lamperti empiezan a jugar, no hay Dios que los pare. Empiezan a repartir y se quedan solos. Por arriba, por abajo, a la derecha, a la izquierda. Que si por aquí, que si por allá, que ahora tú, que ahora yo. Bailaron a sus rivales, y no hay mucho más que decir (6-2 y 6-0).
Adrián Allemandi y Paquito Navarro contaban con el favor del público. Sobre todo el de la chiquillería. El gladiador Allemandi y el salao Paquito se había ganado por derecho y por revés estar en la final. Durante todo el torneo habían desarrollado un pádel festivo. Con mucha chispa. Y con esa manera de entender el juego habían dado buena cuenta de varios pesos pesados del circuito. Memorable, el partido que se marcaron ante los campeones del mundo. Poniendo a toda el Ágora a bailar y cantar el Paquito el chocolatero.
Pero en la final del Ágora se juntaron el hambre y las ganas de comer de Gabriel-Lamperti o Lamperti-Grabiel. Antes de continuar con el análisis más o menos concienzudo del partido, con muy poca historia ciertamente, habría que hacer un comentario aparte sobre la figura de Maxi Gabriel, porque de su compañero Miguel Lamperti se ha dicho ya tanto y tan bueno.
Maxi es un jugador increíble. Quizá ese automatismo que le imprime a sus golpes juega en su contra. Pero Maxi hace de la simpleza categoría. Es de esos jugadores que no destaca por un golpe en concreto, porque es de esos jugadores que los domina todos con una solvencia que quita el hipo. Si a eso le sumamos, el día de autos, un Miguel Lamperti en plan estelar, pegándole a todo lo que se meneaba por la pista, la cosa pintaba muy bien para sus interese y francamente bastos para sus rivales.
Y eso ocurrió. Sin más. Llegaron, vieron y vencieron. Y Paquito y Adrián pues se quedaron sin disfrutar de su juego. Porque realmente esta vez fueron unos convidados de piedra, viendo como sus rivales hacían casi lo que querían. Devolviendo lo imposible. Rematando lo impensable hasta que tomaron por asalto la Catedral del Pádel en poco más de una hora de partido.
CAROLINA NAVARRO-CECILIA REITER SE IMPONEN A MONTES-TENORIO
Los antecedentes no eran muy halagüeños en cuanto a la igualdad que mostrarían las parejas en ciernes. Los cuatro torneos anteriores, las número 1, Navarro-Reiter, se habían mostrado inconmensurables, inaccesibles. Sus rivales no habían pasado de los dos juegos por parcial en todas y cada una de las cuatro últimas finales disputadas. De ahí la sonrisa de oreja a oreja, cuando en el primer set de la final, Montes-Tenorio superaron ese listón. No en vano, la Tenorio marcó un tres con los dedos de su mano izquierda. Una indicación que dirigida a su entrenadora, la inolvidable Necki Berwing.
Estaban ahí. Y eso ya era una gran noticia. Es cierto que les rompieron el servicio a las primeras de cambio, pero se recompusieron y les devolvieron la moneda en el siguiente. Las fuerzas estaban más equilibradas. Porque la actitud de las número 2 era distinta. La estrategia era otra. <Navarro-Reiter. Robarles el protagonismo en la red y estar de diez en el fondo>>.
Pero a las número 1 no se la dan con queso tan fácilmente. Si sus adversarias habían decidido ponerle chispa a su juego, ellas iban avivar el suyo hasta convertirlo en una hoguera. Ciertamente, Navarro-Reiter están en un estado de forma difícil de contestar. Carolina está pletórica de fuerza y rapidez; y Cecilia, pues más de lo mismo. Es una pareja que lleva tres años en la cúspide del pádel femenino como pareja y se nota que los papeles están perfectamente imbricados. Cecilia es un frontón, barre la pista como la que más, y le deja en puntito de caramelo los puntos a su compañera, para que los remate con una derecha incontestable. Como de incontestable fue el resultado (6-4 y 6-3) de la final femenina de los VII Internacionales TUTEMPO Valencia.
Y eso fue todo amigos. La Catedral del Pádel se rindió a dos parejas que les corre el pádel por las venas. Sus nombres y apellidos: Maximiliano Grabiel y Miguel Lamperti, y Cecilia Reiter y Carolina Navarro. A ellos pertenece la gloria. Y así lo entendió el público asistente que cayó rendido a sus pies.
Texto: Rubén López Fotografía: Fernando Murad
Posted by
Albertoy
on
lunes 12 noviembre 2012 - 08:14:23
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